4 Leyendas cortas que nos aportan sabiduría

Los cherokee es uno de los pueblos indígenas de los bosques del sureste de los Estados Unidos mas conocidos. Poseían una gran riqueza cultural y muchas tradiciones interesantes que han llegado hasta nosotros y han causado un enorme impacto cultural.

Gracias a este interés que despertaron, hemos podido conocer algunos de sus relatos y leyendas. Uno de los más conocidos es el de “Los dos Lobos”.

En esta historia, un anciano le explica a su joven nieto que, en el corazón de todas las personas habitan dos lobos y que, cada día, ambos animales mantienen una horrible batalla. Cada uno de ellos representa una fuerza opuesta. Mientras que uno de los lobos simboliza la alegría, el amor, la bondad o la compasión, el otro animal es símbolo de la tristeza, el mal, la ira o la arrogancia.

Cuando el nieto le pregunta cuál de ambos animales es el que gana, la respuesta del abuelo es la siguiente: Ganará aquel al que decidas alimentar, pero en realidad, deberían ganar ambos, porque ambos se necesitan.

Si nos paramos a reflexionar un poco, podremos descubrir la enorme sabiduría que encontramos en esta respuesta.

Por un lado, la historia nos habla de la dualidad que existe en todos nosotros y de la necesidad de aprender a mantener esas fuerzas que nos habitan en equilibrio. No debemos olvidar ninguna de nuestras partes, pues solo teniendo en cuenta nuestra complejidad podremos mantenernos en completa armonía.

Por otro lado, también esa complejidad de nuestras propias emociones nos recuerda la importancia de aprender a gestionar nuestros sentimientos de forma correcta, con el suficiente equilibrio y, así mismo, de la importancia que tiene que podamos escuchar nuestro interior.

Cuenta esta leyenda que, en un lejano lugar de la India, vivía un sabio gobernante llamado  Rajá Amannipan. Este sabio tenía un hijo de nombre Ramani que, un día, le preguntó: « Querido padre, ¿Qué es la verdad?». El rajá, en lugar de contestar inmediatamente a su hijo, lo condujo hasta otro lugar en dónde se encontraban cuatro hombres ciegos de nacimiento al al lado de un elefante. Entonces, el rajá les pidió que describieran al animal. El hombre más bajo de todos, le tocó una pata y dijo que el elefante era como una gran columna revestida de una dura piel. El más alto, sin embargo, lo describió como una ladera inabarcable, al tocar su espalda. Otro de ellos afirmó que el elegante era como una larga serpiente y el último, tocando sus cuernos, afirmó que el animal era duro y afilado como una espada.  Pero no llegaron a un acuerdo.

En aquel momento, Ramani comprendió la enseñanza que su padre le había querido transmitir: «Ninguno de estos hombres sabe en realidad qué es un elefante, por lo que ninguno posee la verdad». A lo que su padre le contestó: «Es verdad, pero al mismo tiempo también conocen parte de la verdad todos ellos».

Esta historia nos habla de la dificultad que encontramos todos a la hora de ser poseedores de la verdad absoluta. La verdad y el conocimiento, depende de nuestra percepción y de otros muchos factores y, por más que tratemos de creer que aquello que pensamos es la realidad, esta realidad siempre es más compleja.

De todo esto, además, podemos aprender que valorando otras opiniones y teniendo en cuenta otros puntos de vista, estaremos aproximándonos más a la verdad que si, sencillamente, nos quedamos en nuestras propias creencias.

Este mito tiene su origen en la tribu ghanesa y narra lo siguiente: Anansi, la araña, deseaba poseer toda la sabiduría contenida en las historias de la humanidad, pero debía pagar un elevado precio por ellas al dios del Cielo, Nyankopon, que era el dueño de las mismas. Por entregárselas, este dios le pidió unas difíciles tareas, entre las que se encontraban: poder capturar a Onini, la pitón; al leopardo Osebo, a Mmoboro, el avispón y al espítitu Mmoatia.

Y, Anansi, que era muy perseverante se puso manos a la obra.

Para capturar a Onini, la pitón, se acercó al río donde esta habitaba y se puso a discutir sobre si la serpiente era o no más larga que la rama de un cocotero que allí había. La pitón, que era muy vanidosa, no pudo evitar salir y estirarse encima de la rama, para dejar claro que ella era más larga. Momento que Anansi aprovechó para capturarla.

Entonces, para lograr apresar al espíritu Mmoatia talló una muñeca a la que cubrió de resina de árbol y, después de un rato, también consiguió hacerse con el espíritu. Por lo que, finalmente, Anansi, gracias a su astucia y a su perseverancia logró hacerse con todas las historias de la humanidad.

Con independencia del tipo de relación que te provoque un sentimiento de dependencia, aprende a no centrar tu energía únicamente en la misma. Preocúpate de cultivar tus amistades y lazos familiares, manteniendo un equilibrio saludable que te permita recibir validación y afirmación de otras personas, de forma que cuando esa relación de dependencia no satisfaga todas tus necesidades, algo completamente normal y que ocurre incluso en las relaciones más sólidas, no te dolerá demasiado. Liberar tu relación de esta presión, no solo te ayudará a sentirte liberado y en un mayor equilibrio contigo mismo, sino que, además, será saludable también para la misma relación.

Este antiguo mito nos aporta una importante lección: la sabiduría siempre va acompañada de cierta astucia y para alcanzarla, debemos esforzarnos verdaderamente, empleando todos nuestros recursos, ya que no solo basta con desear conocer algo. En resumidas cuentas, esta bonita historia nos invita a esforzarnos en aquello que hagamos a fin de lograr alcanzar lo que deseamos tener.

Cuenta esta leyenda que una vez, un rey, solicitó a los sabios de su corte que tallaran para él un anillo especial que contuviera un breve mensaje que le ayudase en sus momentos de dificultad.

El más querido de sus sabios fue el encargado de escribir este mensaje, pero le entregó el anillo con una advertencia: debes leer esta inscripción en los momentos importantes o señalados de tu vida.

Poco tiempo después, el reino sufrió una invasión y el rey tuvo que huir pues iba a ser apresado. Estando escondido y a punto de ser encontrado, el rey decidió leer la inscripción de su anillo, pues se encontraba verdaderamente  desesperado y pensaba que aquel era su final.  “Esto también pasará”. Y, mientras leía esta inscripción, los enemigos, no escuchando nada alrededor, terminaron por cansarse y dar media vuelta.

El rey se había salvado y regresó a su castillo a celebrarlo y, muy contento se acercó al anciano para decirle que su mensaje le había ayudado.

Pero el anciano, a pesar de mostrarse contento con la alegría del rey, le dijo con gran solemnidad:  Vuelve a mirar el mensaje. El rey  perplejo, al principio, no comprendió nada, pero el anciano, le aclaró: “Esto también pasará”.

Y solo entonces fue que el rey pudo comprender de verdad la profundidad de la inscripción que había en su anillo y su gran enseñanza

Esta leyenda cargada de sabiduría nos aporta una de las lecciones más importantes de la vida: la de aprender a relativizar tanto los problemas como los triunfos, pues todo es pasajero y, tanto en la victoria, como en el fracaso, debemos tener esto siempre presente.

De esta de “Esto también pasará” nos enseña a relativizar nuestros problemas para no aferrarnos a lo que, seamos conscientes o no, no durará mucho. Tanto en la derrota como en el orgullo, lo más importante es ser conscientes que la vida solo se queda en los recuerdos.

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