Superar nuestros miedos
El miedo y la ansiedad
Sentir miedo es algo normal. Y no siempre tiene que implicar algo negativo. Especialmente cuando estos miedos tienen su origen en una amenaza real.
Los miedos surgen como una reacción, tanto física como emocional, frente a una idea o situación que se percibe como amenaza. Pero en ocasiones, estos miedos se traducen en ansiedad, es decir, una preocupación intensa por el futuro en lugar de una amenaza física presente. O también pueden transformarse en una constante que nos impida actuar con normalidad.
El miedo y la ansiedad pueden interferir de forma muy negativa en nuestra vida, inmovilizándonos y haciéndonos reaccionar de forma no deseada. Por este motivo, aunque todas las personas experimentan miedo y ansiedad en determinadas circunstancias, esto llega a convertirse en un problema si se convierte en un patrón, afectando su estabilidad mental e interfiriendo de forma muy negativa su vida, impidiendo a quien lo padece disfrutar de experiencias y aceptar nuevas oportunidades.
Dar un paso hacia delante
Cuando el miedo se transforma en un elemento tan debilitante y causa evitación, debemos planearnos que existe un gran problema y poner medios para tratar de superarlo.
Enfrentar el miedo es, la mayor parte de las veces, la mejor manera de vencerlo y de recuperar el control de nuestra vida.
No se trata de dejar de sentir miedo, sino de aprender a hacer frente a esa sensación y no dejar que tome las riendas de nuestra voluntad y de nuestras emociones.
Por este motivo, dar un paso hacia delante y plantar cara a nuestros temores, es la forma más efectiva de comenzar a vivir una vida significativa y plena.
Existen ciertas pautas que pueden ayudarnos a conseguirlo, entre ellas:
Identificar nuestros miedos y aprender sobre ellos
Superar el miedo requiere primero aprender sobre él. El primer paso es identificar nuestros temores para comprender por qué los experimentamos, para de esta forma comenzar a descubrir cómo podemos superarlos.
Explorar la raíz de nuestros miedos nos permite descubrir los patrones relacionados con la situación.
Mantener el optimismo
A veces, cuando experimentamos miedo nos olvidamos que en realidad somos nosotros los que tenemos control sobre nuestras emociones y pensamientos. El miedo tiende a hacernos imaginar siempre la peor situación, por ello, el optimismo se convierte en una herramienta poderosa contra los temores.
Aprender a relajarnos de forma consciente
El miedo nos afecta también a nivel físico, por ello es importante mantener bajo control todas las sensaciones corporales que nos causa. Resulta muy útil tomarnos unos momentos para tranquilizarnos y centrarnos en aquello que sentimos, tratando de calmarnos y concentrándonos en el presente. La atención plena promueve una mejor regulación emocional y a medida que la practicamos se vuelve más sencillo controlar nuestras emociones. Estas pueden resultar desagradables, pero basta con aprender a dejarlas pasar, observarlas y darnos cuenta de que no son más que eso y que, además, son temporales.
Pasar tiempo al aire libre
Según numerosos estudios pasar tiempo en la naturaleza, además de rebajar nuestro estrés mejora nuestro bienestar y nos hace más resistentes a las situaciones adversas. Entre otros beneficios, disfrutar de un momento de relax al aire libre nos ayuda a reducir nuestra presión arterial, estabilizar el ritmo cardíaco, reducir la tensión muscular y disminuir nuestra la producción de hormonas del estrés, algo que se traduce en un mayor bienestar y una menor posibilidad de dejarnos arrastrar por nuestros miedos.
Dejar de evitar aquello que nos causa temor
El miedo y la ansiedad pueden hacer que desees evitar oportunidades, lugares, interacciones sociales, etc. La única forma de superar el miedo es enfrentarlo y seguir adelante.
Hacer aquello que nos provoca temor en pequeñas dosis, o poco a poco, nos va proporcionando resistencia a esa situación. Basta con tomarnos un descanso si nos resulta demasiado abrumador. El truco está en no rendirse.
Reenfocar nuestros pensamientos
Debemos aprender a controlar nuestro pensamiento y no dejar que sean nuestros pensamientos los que nos controlen a nosotros. Reenfocarnos en lo positivo cada vez que un temor nos asalte supone un esfuerzo, pero a la larga y con práctica, esta técnica se va volviendo más sencilla.
Visualizarnos superando nuestros temores
Cuando algo te atemorice, visualízate superándolo con éxito, de esta forma te sentirás mejor para seguir adelante y enfrentarte a los obstáculos.
Proyectarnos en positivo es una excelente manera de promover la relajación, la motivación y la confianza en uno mismo.
Trabaja tu autoestima
Muchos de nuestros miedos tienen su origen en el desconocimiento de aquello que somos y en la falta de autoestima. Por diferentes motivos, en algunas ocasiones, únicamente ponemos el foco en las partes más negativas de nuestra personalidad, olvidando que todos poseemos fortalezas. En este sentido, cuanto mayor es nuestro autoconocimiento, más sencillo nos resultará lidiar con nuestros temores y aprender a aceptar nuestras debilidades desde otro lugar más amable. Para ello, debemos profundizar en nuestra propia personalidad y, sin duda una herramienta muy efectiva para hacerlo es el Eneagrama de la personalidad, que además de ayudarnos a conocer mejor nuestros rasgos de personalidad, nos facilita poder enfocar nuestras potencialidades de forma más adaptativa y positiva.
Aceptar que no puedes controlarlo todo
No todos los cambios que se presentan en nuestra vida tienen que parecernos agradables, pero debemos aceptar que no podemos controlarlo todo. Aprender a aceptar el cambio sin juicio ni resistencia, nos ayuda a avanzar sin peso y con mucha más facilidad. En lugar de eso, soltar y tratar de adaptarnos a la nueva situación haciendo uso de nuestros recursos, hará de cada experiencia un aprendizaje que nos enriquece.
Confiar en ti mismo
Cada vez que te enfrentas a tus miedos, te das una oportunidad de éxito y felicidad. Confiar en lo que somos y abrazarlo, nos posibilita enfrentarnos a nuestros miedos desde un lugar mucho más amable. El miedo es un sentimiento pasajero y a medida que su situación mejore, desarrollarás confianza y un mayor sentido de autoestima.
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