La resiliencia
una habilidad fundamental para el crecimiento personal
A lo largo de nuestra vida, todos nosotros nos enfrentamos en distintos momentos a circunstancias adversas. Y, de hecho, son estos eventos negativos los pueden llegar a convertirse en el motor más poderoso para nuestro crecimiento personal y nuestra evolución.
Pero, para que esto sea así, entran en juego diferentes factores y, entre ellos, uno de los más importantes es nuestra capacidad de adaptación a estas situaciones complicadas y nuestra habilidad para sobreponernos a las mismas con un resultado positivo, o lo que es lo mismo, nuestra resiliencia.
«El mundo rompe a todos, y después, algunos son fuertes en los lugares rotos»
Ernest Hemingway
Significado de resiliencia
La palabra resiliencia proviene del término latino resilio, que significa “volver atrás, volver de un salto, rebotar”.
En psicología, este término ha sido empleado para hacer referencia a la habilidad humana para sobreponerse a situaciones negativas o estresantes o para recuperarse de las mismas manteniendo una conducta adaptativa e, incluso, obteniendo de dicha situación un beneficio.
La resiliencia, por tanto, es una facultad sumamente necesaria a la hora de sobrepasar con éxito una situación difícil, asumiendo flexibilidad y permitiéndonos resurgir con mayor capacidad todavía de adaptación y supervivencia en dichas situaciones límite.
¿De qué depende la capacidad de resiliencia de una persona?
En este sentido, la capacidad de resiliencia de cada persona, será muy diferente atendiendo a distintos factores, tanto individuales como ambientales.
Y, entre ellos, podemos destacar:
Factores neurobiológicos
Uno de los factores que, a nivel individual, adquiere más peso a la hora de tener una reacción positiva frente a un evento traumático es lo que se ha denominado “sensibilidad al estrés” y que hace referencia a aspectos de carácter tanto psicológico, como biológico del individuo.
Por ejemplo, a nivel biológico, la resiliencia, se relaciona de forma directa con ciertos elementos neurobiológicos que actúan de mediadores también a nivel conductual, como por ejemplo, los niveles cerebrales de oxitocina y de prolactina de la persona, que a su vez, se relacionan de forma directa con un estado de ánimo positivo o, como la existencia de ciertos neuropéptidos, como la deshidroespiandrosterona (DHEA) que actúa como neuroprotector frente a la testosterona, disminuyendo sus niveles frente a situaciones de estrés. Algo que se traduce en que las personas con niveles más altos de este neuropéptido, presenten una respuesta mucho más adaptativa frente a las situaciones adversas. A la contra, aquellas personas que poseen un mayor nivel de cortisol (uno hormona directamente relacionada con el estrés), tendrán una menor resiliencia y menos probabilidades de sobreponerse a cualquier evento traumático.
Factores cognitivos y psico-emocionales
Además, en la capacidad de resiliencia de una persona entran en juego también su personalidad y temperamento y sus recursos cognitivos, entre ellos: la inteligencia, la capacidad de resolución de problemas, la flexibilidad mental, la capacidad de expresión emocional positiva, la autoestima, la creatividad y otros, como los objetivos o metas que la persona establece para sí.
Así mismo, también son factores protectores y precursores de resiliencia aquellos relacionados con el tipo de apego, pues todos los estudios apuntan a que, las personas que han desarrollado un apego seguro durante su infancia, son más resilientes que aquellas cuyas figuras de apego han sido inestables.
Factores sociales y culturales
Así mismo, el contexto social y político, puede influir de forma directa en la capacidad de resiliencia de la persona.
Las características, por tanto de una persona resiliente, dependerán de la manera en la que se construya su personalidad. Las personas que han recibido desde la infancia improntas biológicas y ambientales positivas que han ayudado a propiciar su desarrollo, serán más capaces de enfrentarse mejor a una situación conflictiva y, en este caso, hablamos de que poseen una mayor resistencia. Y, en aquellas circunstancias en las que la persona, tras un suceso negativo, además es capaz de iniciar un nuevo desarrollo, hablaríamos de resiliencia.
Por tanto, en términos generales, las personas resilientes, no solamente soportan las circunstancias complejas y estresantes haciendo una mayor gala de recursos para resistir, sino que además, se adaptan a esas situaciones y las emplean en pro de su crecimiento personal e, inclusive, como aliciente de superación.
Cómo ser más resiliente gracias al eneagrama
La resiliencia, es por tanto, una cualidad dinámica en la que interactúan muchos factores a un tiempo y que, pese a poseer un componente biológico y ambiental, puede ser potenciada de forma consciente.
Una de las bases para trabajar la resiliencia se encuentra en el grado de auto-conocimiento que tenemos de nosotros mismos: de nuestras habilidades, de nuestra personalidad, de nuestros rasgos temperamentales, etc. Así como del conocimiento del medio que nos rodea: de las personas con las que interactuamos y de nuestra percepción y creencias acerca del mundo que nos rodea.
Pero, en todo caso, profundizar en aquello que somos, es uno de los primeros pasos a la hora de poder trabajar que nuestras reacciones resulten más adaptativas frente a cualquier circunstancia vital, mucho más si esta es compleja, dolorosa o nos supone una gran dificultad a cualquier nivel.
En este aspecto, el conocimiento de nuestra propia personalidad y de la personalidad de los que nos rodean, puede ayudarnos a emplear nuestros propios recursos y virtudes de forma más eficiente y a controlar y superar nuestros defectos o debilidades. Además, nos brinda la oportunidad de ampliar la comprensión y la empatía hacia los demás, flexibilizando nuestra perspectiva sobre los otros y sobre nosotros mismos.
Y, a este respecto, una de las herramientas que más puede ayudarte a la hora de conocer mejor tu personalidad, entender su funcionamiento y, al mismo tiempo, comprender mejor a quienes te rodean, es sin duda en eneagrama.
Este sistema de clasificación de la personalidad en nueve distintos eneatipos, es sumamente preciso y supone una increíble hoja de ruta a la hora de trabajar en nuestro auto-conocimiento, no solamente ayudándonos a entender mejor cómo funciona nuestra personalidad y cuáles son nuestras tendencias de conducta, sino también a identificar patrones en las personas que nos rodean, aprender a gestionar de forma más eficiente nuestras emociones, definir con mayor claridad nuestros objetivos y, aprender a utilizar nuestros mejores recursos a la hora de alcanzar nuestras metas.
el eneagrama puede ayudarte a trabajar tu resiliencia
Aprender eneagrama, por tanto, supone un gran cambio a la hora de trabajar en aquellas capacidades, como la resiliencia, que nos ayudan a crecer como personas, como a la hora de comprender mejor nuestra propia individualidad, a fin de poder orientar tu vida satisfactoriamente y sacar tu máximo potencial a nivel personal, afectivo y profesional.
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