La procrastinación

¿Qué es la procrastinación?

La palabra procrastinación proviene del latín del verbo procrastinare, que significa remitir un asunto para el día siguiente. La procrastinación es un ladrón del tiempo que hace que posterguemos las actividades, acciones, cambio de hábitos o decisiones que requieren de su realización, por otras que nos resultan más satisfactorias. En otras palabras, cuando postergamos, dejamos de lado las tareas que deben atenderse pero que no nos resultan divertidas; sustituyéndolas por otras que, aunque sean irrelevantes, nos resultan más agradables.

No obstante, aunque a primera instancia pueda parecernos que dedicar el tiempo a una actividad placentera nos hará sentir bien; la realidad es que sucede todo lo contrario: no podemos despejar nuestra mente completamente cuando sabemos que estamos evadiendo a propósito esas tareas que tenemos pendientes de realizar puesto que nos produce malestar y cargo de conciencia.

Emociones positivas

Causas de la procrastinación

Quizás nos parezca que la procrastinación es debida a una falta de fuerza de voluntad o de autocontrol de nuestros impulsos. Sin embargo, realmente se debe a un asunto emocional.

Es un mecanismo de distracción que utilizamos cuando una actividad nos resulta dolorosa, incómoda, angustiante, inquietante, difícil o frustrante. A veces nos sentimos incapaces de cumplir una responsabilidad, y la percibimos como algo que supera nuestras posibilidades.

Todo ello hace que terminemos autoengañándonos al considera que en un futuro tendremos los suficientes recursos o energía para enfrentarnos a ello. Algunos factores que pueden incentivar la procrastinación son la pereza, la inapetencia, la falta de energía, la indecisión, la frustración, el miedo al fracaso, la depresión y una organización del tiempo ineficiente.

Los 5 tipos de procrastinadores

Existen varias causas emocionales que nos llevan a postergar las actividades que nos resultan poco satisfactorias, dando lugar a que las personas tengan diferentes motivos que les llevan a la procrastinación. Según el psicólogo Neil Fiore, existen 5 tipos de procrastinadores:

El desmotivado

Este es el tipo de procrastinación más común. Sucede cuando tenemos que enfrentarnos a una actividad que nos resulta aburrida o desagradable, y tratamos de postergarla el máximo de tiempo posible, incluso de forma inconsciente.

El perfeccionista

Se autoimpone altos niveles de excelencia o perfección en aquello que realiza, lo que hace que se preocupe pensando que no es capaz de cumplir esos niveles de exigencia que el mismo se ha marcado. Avanza lentamente en su proyecto porque pierde mucho tiempo en los pequeños detalles, pero, aún así, tiene la sensación de que nunca está lo suficientemente bien hecho. En el fondo, se esconde un miedo a ser juzgado y/o a cometer errores.

El impostor

A diferencia del perfeccionista que la exigencia nace en la propia persona, en el impostor la exigencia está percibida por el sujeto como una demanda externa hacia su persona. Suele darse en individuos cuyo ámbito cercano (familiares, amigos, jefes) son personas difíciles de complacer, y como sienten que no pueden hacer nada, adquieren como mecanismo de defensa una actitud pasiva ante la vida. Tienen miedo a ser inferiores a los demás y a adquirir bajos resultados.

El abrumado

Se da lugar en personas que están tan saturadas y sobrecargadas debido a altos niveles de estrés o de trabajo pendiente, que terminan teniendo un bloqueo: “hay tanto que hacer, que ya no se ni por dónde empezar, así que mejor no hago nada”. También les sucede a los estudiantes cuando se sienten abrumados por la cantidad de materia que tienen que estudiar para los exámenes.

El afortunado

Hay personas que tienen la creencia de que trabajan mejor bajo presión, así que lo posponen todo hasta el último momento. No obstante, es una táctica arriesgada porque puede que no les de tiempo a finalizar la tarea, o que se sobrecarguen tanto por el trabajo de última hora que terminen abrumándose.

¿Cómo vencer la procrastinación?

Vencer la procrastinación requiere de compromiso, esfuerzo y dedicación. No es un proceso que cambie de la noche a la mañana, siempre habrá momentos en los que nos veamos tentados de postergar aquellas situaciones o actividades a las que no nos queremos enfrentar. Aun así, estas son algunas claves para gestionarla eficazmente:

1. Organiza tu tiempo adecuadamente

Apunta en una nota, libreta o calendario todas las actividades que tienes pendientes de realizar. Acto seguido, decide una fecha o crea una rutina horaria realista que te permita llevarlas a cabo.

2. Comprométete contigo mismo

Cada vez que tengas ganas de dejar de lado una actividad, recuerda que te vas a sentir mucho mejor contigo mismo una vez la hayas finalizado.

3. Regla de los 5 minutos

Engaña a tu cerebro diciéndole que vas a dedicar solamente 5 minutos a esa tarea que te resulta tediosa. Psicológicamente, una vez que empiezas algo es más probable que acabes terminándolo.

4. Crea un ambiente adecuado

Organiza tu espacio personal de manera que tu entorno te resulte agradable porque de lo contrario, el desorden puede generar desmotivación y estrés.

5. Date tiempo para descansar

Tan importante es llevar a cabo nuestras responsabilidades como descansar nuestra mente. Si no, podemos llegar a sobrecargarnos y caer en la inacción por saturación. Además, con la mente despejada podemos pensar y trabajar mucho mejor.

Descubre tu personalidad – Curso Gratuito

Suscríbete a nuestra newsletter e inicia hoy tu viaje al autoconocimiento con el curso online “Descubre tu personalidad” de Alberto Peña Chavarino

Descubre tu personalidad – Curso Gratuito

Suscríbete a nuestra newsletter e inicia hoy tu viaje al autoconocimiento con el curso online “Descubre tu personalidad” de Alberto Peña Chavarino